lunes, 3 de mayo de 2010

PARADOR DE BAILEN


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En Bailén existía un parador -al principio fue albergue nacional de carretera- al que los niños de aquellos tiempos nos acercábamos con cierta timidez porque aquel establecimiento estaba hecho para turistas extranjeros. Tenía para nosotros el 'glamour' de lo lejano y sabíamos que allí sólo podían entrar aquellos que venían de fuera o que tenían mucho dinero.

 
Además, las circunstancias le habían hecho entrar aquel lugar en la intrahistoria del toreo: en una de las habitaciones del parador de Bailén Manolete se vistió de torero la tarde en que se encontró con la muerte en la plaza de Linares. Pero es que además, allí, en el parador de este pueblo, se habían alojado María Félix, Jorge Negrete y Rita Hayworth. Incluso se ha escrito que para la boda de la duquesa de Alba, entonces duquesa de Montoro, la casa de Alba había pedido al entonces el director general de Turismo, Luis Bolín, que le enviara para el banquete a cocineros del parador de Bailén, uno de los dos paradores -el otro era el de Aranda de Duero- que eran considerados los pesos pesados en la gastronomía de la red. La expansión del turismo en la década de los cincuenta y sesenta se refiere, sobre todo, al turismo extranjero. El español medio aún no se había convertido en turista, ni siquiera dentro de su país. Si algún español cogía el 'seiscientos', era para visitar a los familiares que había dejado en el pueblo. El parador de Bailén pues ejercía en nosotros, los niños de los sesenta, la fascinación de un mundo fuera de nuestro alcance: una habitación a principios de dicha década costaba nada menos que 100 pesetas, más de lo que ganaba nuestro padre en una semana. Eran tiempos en los que Luis Bolín se inventó aquel lema que tanto juego dio: «España es diferente». Y los paradores también lo eran.




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